sábado, 18 de diciembre de 2010

Un cuento de navidad (segunda parte)

Siéntate, esto va a ser Legen...espera...Dario!


Bien, aqui os dejo la segunda parte de mi relato navideño, espero que os guste.


Aliviado de la tensión de un posible robo, Tallahassee dejó que santa trabajará a gusto, y cuando este hubo acabado de desbalijar toda la casa y se disponía a largarse por la ventana que había roto, Tallahassee se presentó ante él de la siguiente forma:
-Hola Santa
A lo que el asustado “Santa” respondió:
-E…esto….eee…hou, hou, hou, feliz navidad pequeño, dime, ¿qué haces despierto a estas horas?

-Vamos santa, no me jodas, que tengo 17 años, que hasta hoy ni siquiera creía que existieras.

-Eee…p…pues eso está muy mal chico, todo el mundo debería creer en mí, dime, ¿qué es lo que me habías pedido este año?

-Pues le había pedido a mis padres un billete de ida a Nueva York, pero solo me han regalado esta mierda de jersey y unos cuernos de alce para adornar la habitación, a, y un montón de billetes canadienses de esos de mierda que no sirven ni para limpiarse el orto.

-Tienes razón hijo, es una mierda de regalo, pero yo que puedo hacer, solo soy un simple ladro…digo Santa Claus.
Y tras decir esto, nuestro peculiar Papá Noel se dispuso a salir por la ventana rota, pero Tallahassee había pensado una forma en la que Santa podría ayudarle a salir de aquel infierno congelado.
-Eh, Santa, espera.
- Dime, chico.
-Creo que sí que puedes ayudarme, si eres santa, tendrás que           tener tu trineo aparcado en el tejado ¿no?, tú podrías llevarme a Nueva York.
Al oír esto nuestro Santa solo pudo pensar una cosa que sin querer pensó en voz alta:
-Joder con el crío de los cojones.
-Eh, macho, si no quieres solo dilo, no hace falta insultar.
-Pues no, no quiero, además ya he pasado por Nueva York.
-¿Y por Los Ángeles?
-También.
¿Y Ámsterdam?
-Sí, he pasado por todas las ciudades, esta era la última que me faltaba.
-A… vale…pues supongo que tendrás prisa.
Cuando el chico le dejó por fin en paz “Santa” se dispuso otra vez a salir por el marco de la desfigurada ventana, pero el sagaz pubescente ya lo tenía todo pensado:
-Bueno, es una verdadera lástima que tengas que irte, pero ya verás cuándo se lo cuente a la poli.
-C-¿cómo?
-Lo que oyes, se que eres Papá Noel, pero yo tengo 17, no tengo por qué creer en ti, puedo decir que simplemente eres un ladrón que entró en mi casa.
Después de oír al chico, “Santa” solo pudo pensar en que lo más fácil sería llevarse al chico y deshacerse de él.
-Está bien, te llevaré donde tú quieras.
-¡Genial!, dime, ¿Dónde has aparcado el Papamóvil?
-El papamóvil es del papa, lo mío es un trineo tirado por renos herbívoros y mágicos.
-¿Renos herbívoros?, vaya, pues si que tienen que ser mágicos, bueno, ¿y donde lo tienes aparcado?, en el tejado, ¿verdad?
-No, está en la calle, a dos manzanas de aquí, y es un Seat León amarillo…mágico, el trineo está en el taller, uno de los renos tiene… una lombriz solitaria en el estómago.
-Vale, pero el Seat mágico tiene hipervelocidad ¿no?
-Sí, claro.
-Pues ¿a que esperamos? Vamos al Papamóvil.
-¡Que no es un Papamóvil!
Y así Tallahassee y “Santa” se fueron de casa, en busca de un lugar mejor para vivir…o para criar malvas.
Al llegar al coche:
-Este Papamóvil es una mierda.
-Ya te he dicho que no es un Papamóvil, es un Seat León amarillo…mágico, y si no te gusta vete a tu puta casa.
-Vale, vale, ya subo.
“Santa”  y el chico suben al coche, y después de veinte minutos intentando arrancarlo, parten hacia un destino incierto, quién sabe lo que les deparará la divina providencia…yo lo sé.
-Oye Santa, ¿cuándo pones la hipervelocidad?
-Esto…si ya está puesta, mira, doscientos por hora, ¿no te parece bastante hipervelocidad?
-Pues no, yo esperaba doscientos años luz por hora, o algo así.
-Macho, es un Seat León…mágico, de quince años, bastante magia es que llegue a los doscientos kilómetros por hora y se mantenga.
Después de tres horas, “Santa” paró a repostar el coche mágico en una gasolinera mágica, con gasolina sin plomo mágica, Tallahassee aprovechó para investigar el coche mágico de Santa, abrió y la guantera y vio que había un par de revistas porno y una pistola, en los papeles del coche ponía que el vehículo estaba a nombre de un tal Zachary Edwards.
-Joder con santa, revistas porno, bueno es que en el polo norte no debe de haber muchas tías, la pistola seguro que es para protegerse de los atracadores, pero los papeles, Zachary Edwards, se llama igual que el vecino de la calle Queen, ese al que le desapareció su Seat Leó…espera, no puede ser, el Seat León del señor Edwards no era mágico…mierda, no puede ser, me han secuestrado, bueno, lo mejor será que le siga el rollo, así quizá consiga que me lleve a casa otra vez.

Cuando “Santa” volvió al coche, Tallahassee comenzó a sentir unas sobrecogedoras ganas de volver a casa, aunque sabía que no tenía motivos para echar de menos aquella aburrida y helada vida, pero al fin y al cabo, se dio cuenta de que esa vida aburrida y monótona ya formaba parte de él y de que en cierto modo, le gustaba aquella comodidad, pero ya era demasiado tarde, se había cargado al verdadero Papá Noel y ahora se encontraba en un coche con quien sabe qué tipo de persona.
“Santa” llevó al chico a los muelles, le dijo que tenían que esperar allí al ferry mágico que les llevaría hasta el polo norte, Tallahassee se hizo el loco, estaba intentando pensar que podría hacer para escaparse, “Santa” ya había pensado en cómo deshacerse del chico, era tan simple como asfixiarle con algo y lanzarlo al mar, jamás le encontrarían, creyendo que el estúpido chico aún creía que él era Papá Noel fue a por algún trapo para asfixiar al chico, en ese momento Tallahassee aprovechó para salir corriendo, había ventisca así que no llegó muy lejos, pero lo suficiente para que “Santa” no le viera, de pronto oyó unos cascabeles acercándose, se escondió tras un árbol, aún así el cíclico tintineo de los cascabeles continuó acercándose implacable ante la ventisca, de pronto, ante sus mismísimos ojos apareció aquel viejo al que había atravesado la espalda con el pez espada de la cocina, el viejo le miró, sonrió con esa cara de abuelete borrachuzo y le dijo mientras se reía de la cara de idiota del chaval:
-¿Sorprendido de verme chico?


La tercera parte será publicada el día de navidad.

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