jueves, 9 de diciembre de 2010

Un Cuento De Navidad.(primera parte)

Siéntate, esto va a ser Legen...espera...Dario!

Queridos lectores, llevaba algún tiempo esperando escribir un cuento navideño, no sabéis lo mucho que me gustan estas fiestas, tanta ha sido la emoción que he escrito un cuento de nueve folios, por eso os lo presentaré en tres partes de tres folios, para que no se os haga tan pesado leerlo, bueno, sin más dilaciones os dejo con mi relato navideño, espero que os guste.


Un cuento de navidad



Erase una vez en un estado de Estados Unidos llamado Canadá, un tipo llamado Tallahassee.
Tallahassee, era un joven de 17 años, como cualquier  joven tenía sus sueños, quería un trabajazo con un sueldazo, casarse con una tía buena, comprarse una casa, tener un perro, montar en bici, ir a la playa y poder bañarse sin riesgo de hipotermias… Pero sobre todas las cosas Tallahassee tenía un anhelo que consumía su penosa existencia, ese deseo era salir de Canadá, estaba cansado de esa jodida nevera, de montar en su alce domesticado para ir al instituto, de que se le congelaran los mocos cuando asomaba la cabeza por la ventana, de que todos sus amigos y mascotas murieran en la ventisca, de que todas las chicas con las que salía tuvieran pelo en las piernas y bigote, algunas incluso tenían perilla, y otras hasta se hacían trenzas en la barba, de que las únicas tías buenas que hubiera fueran leñadoras lesbianas, de pagar con ese dinero del monopoly que en el resto del mundo solo sirve para limpiarse el culo, de vivir en un estado satélite de E.E.U.U, de cenar alce todos los días desde que tenía tres años, de que en el colegio le enseñaran que  las únicas profesiones que podría ejercer en Canadá eran jugador de hockey, quitanieves, reno u alce y cazador de renos y alces.
En definitiva, estaba aburrido de esa mierda de “país” que en el resto del mundo es conocido como Cagadá.
Era la navidad de 1992, Tallahassee estaba apoyado en la ventana intentando contemplar su nuca en el horizonte, sus padres le habían obsequiado un jersey de lana con la bandera de Canadá bordada, unos cuernos de alce para adornar la habitación y un montón de billetes canadienses que como no servían para nada, sus padres lo guardaban para regalarlo, de repente algo desvió su atención, en ese cielo eternamente nublado, se abría un pequeño claro, no tan pequeño, lo suficiente para dejar ver como  una estrella fugaz se dejaba caer por entre tan hostiles nubes, nadie más la vio, nadie excepto Tallahassee, el chico pidió un deseo, su deseo era simple, solo pidió una oportunidad para poder salir de ese maldito país.

La estrella, enfadada por el hecho de que nadie más hubiera visto su maravilloso espectáculo decidió concederle a Tallahassee su deseo, le daría la oportunidad de salir de ese malagradecido estado en el que nadie más que aquel chico había querido ver su magnífico espectáculo.

Después de pedir su deseo, desesperanzado por no haber visto ninguna señal, Tallahassee se tomó su vaso de leche de alce y se fue a dormir. A media noche se levantó para ir al baño y al salir oyó ruidos en el piso inferior, rápidamente apagó las luces y sigilosamente bajó, en el salón, bajo la chimenea vio a un hombre gordo, vestido de rojo y con un saco, pensó que podría ser papá Noel, pero miró el reloj digital de la pared y vio que solo eran las once y cinco (obviamente el reloj del salón estaba atrasado), así que pensó que solo podía ser un ladrón disfrazado de papá Noel, fue sigilosamente a la cocina, pensó en coger uno de los cuchillos del cajón de los cubiertos, pero pensó que haría ruido al abrirlo, así que cogió el pez espada que estaba colgado en la pared, fue hasta el salón muy cuidadoso de no hacer ruido y en cuanto el viejo, que estaba ocupado metiendo cosas en su saco se dio la vuelta le atravesó de lado a lado por la espalda aproximadamente a la altura de los pulmones.
Nuestro amigo acababa de matar a alguien, pero no le parecía que hubiera hecho nada malo, pues era un ladrón y solo defendía su casa, decidió que lo mejor sería dejar el cuerpo en la calle para que se lo comieran los alces (aunque no os lo creáis, los alces canadienses son carnívoros, y muy peligrosos), el cuerpo no paraba de sangrar y cuánto más tiempo estuviera en la casa, más grande sería el charco y más tendría que limpiar, así que, así, con dos cojones, nuestro protagonista agarró el pesadísimo cuerpo inerte de aquel “falso” papá Noel y lo arrastro cuatro calles más abajo y lo dejó en un descampado a merced de las engañosas bestias carnívoras, alces, mapaches y demás (es mi historia, aquí es carnívoro quien me sale a mí de los cojones).
Después de un cansadísimo sprint hasta la puerta de casa fue hasta el salón, limpió todo lo mejor que pudo sin encender las luces, para no despertar miradas indiscretas, a pesar de la oscuridad todo quedó bastante limpio, o eso pensó él, se tomó otro vaso de leche de alce y se fue a la cama.

Dos horas después, a eso de las tres de la mañana, nuestro amigo, que no había podido conciliar muy bien el sueño volvió a oír ruidos extraños en el piso de abajo, preparado esta vez con su palo de hockey, bajó y vio como otro hombre, menos corpulento que el anterior y vestido de negro hasta las orejas revolvía los cajones y metía cosas en el gran saco que llevaba a la espalda, lógicamente, dada la hora que era, el tamaño de aquel hombre y su deliberado intento de ocultar su identidad y que sería demasiada coincidencia que entraran en casa a robar dos veces en la misma Nochebuena, Tallahassee solo pudo pensar que ese sería el auténtico y genuino papá Noel.

Bueno, hasta aquí la primera parte, espero haberos dejado con ganas de más, la segunda parte se publicará dentro de nueve días pero eso no quiere decir que no se vaya a escribir mas en el blog, recordad que somos tres escritores y que cada tres días aproximadamente escribimos alguna entrada, bueno os dejo que sigais disfrutando de este mes navideño ;)

1 comentario:

  1. OSTIA CERO COMENTARIOS! esta es mi oportunidad ^^
    Bueno ya te lo he dicho martin, eres la ostia, me encanta tuu estilo y tu manera de contar las cosas, con un toqe entre afilado y gracioso,espero impaciente la proxima entrega, si la filosofia no me provoca antes la muerte (:

    ResponderEliminar